15 de abril de 2010

La periferia del juego


La grey periodística dedicada al fútbol cada vez habla menos del juego y más de los hechos colaterales. La información farandulera le ganó la pulseada a lo importante.

Un periodista que vivía por estos "lares" sabía decir "rectángulo verde, m´hijito... es lo único que importa" y después, él mismo escupía para arriba hablando de una salida nocturna del "Burrito" Ortega en nuestra provincia o de la adicción de Diego, descalificatorias ambas.

Hechos de la vida privada de los jugadores o técnicos ganan espacio en los medios y, lo más grave, es que de a poco ese tipo de noticia se convierte en el epicentro distrayendo la atención de lo verdaderamente imortante. El 219 de Palermo fue el epicentro y el pase de Riquelme también formó parte de ese acto único.

Pero no. La inmensa mayoría de los periodistas centró su atención en el festejo, en lo secundario, en la caprichosa pelea privada de dos ídolos. En el desencuentro que existe, pero fuera de la cancha y no dentro de donde este juego se llama fútbol. Entonces se llena papel y minutos de aire con el festejo solitario de uno y otro.

Pasó igual con la goleada de Godoy Cruz a Tigre. La noticia verdaderamente importante fue el resultado y, a raiz de él, el arribo a la cima de los mendocinos. Pero otra vez para los periodistas centraron su atención en los insultos que se propinaron los técnicos de ambos equipos.

Y como hienas con la carroña saltaron sobre ese bravuconeo de barrio que Assad y Carusso Lombardi se boquearon mutuamente. Otra vez la cara de los dos técnicos las vimos hasta en sopa y nadie dijo nada de el baile que se comió el matador de Victoria y el tremendo campeonato de los mendocinos de la mano del Turquito.

Entonces, todos los que agarran un diario o prenden la tele o la radio creen que eso es periodismo. Creen que eso es informar, creen que lo periférico es importante. Sin ir más lejos, en Tucumán, creen que aprenderse los apodos de los jugadores para parecer más familiarizados es hacer periodismo.

Creen que mostrar las pizzas y la empanadas que mandan los sponsors forma parte de esta sagrada profesión. Un estúpido que se hace llamar el hombre kiosco recibe el calificativo de periodista. Otros que se codean con los dirigentes durante años después son amenazados, porque no guardaron la distancia necesaria.

La periferia le gana a lo escencial. Lo secundario es primario. Del juego nadie habla, porque no vale la pena. La nefasta manera de hacer periodismo en nuestro país y en nuestra provincia se nutre de lo chiquito, porque a la gente desde hace años, se les hace creer que lo que ven es importante.

De los tejemanejes de los dirigentes no se habla. Del desembarco de los políticos en los clubes no se habla. Del desapego al trabajo en inferiores no se habla. De que al "Chueco" Monaco no le pagaron el premio del triunfo contra Tigre no se habla. De que criticar en voz alta a un jugador de San Martín en cualquier tribuna de La Ciudadela es jugar con la muerte, no se habla y eso que eso es periférico.

Cómo es periférico que te afanen a mansalva luego de un partido nocturno en el Monumental y tampoco se habla. Lo superfluo, los apodos de los jugadores, las pizzas en el estudio, las cargadas, el peinado y las pilcha de los protagonistas. Ese periodismo es el que se ve. Tan periférico como de lo que se habla.

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