5 de enero de 2015

De la boca para afuera

Atlético se lamió rápido las heridas del no ascenso. A la vuelta de la esquina está la pretemporada. Otra danza con nombres para armar un equipo cipayo se agranda en el horizonte,

No voy a verlo. No me tira. Vaya y pase fuera para laburar. La profesión, seguro me torcería la decisión tomada desde hace un tiempo largo. Soy periodista y fui dirigente. En las dos actividades aprendí de los errores.

Es, desde esa experiencia y de la observación desde dónde le busco la explicación que explique desatinos y torpezas. No puede ser que Atlético sea cada año la Feria de los Jueves de las veredas de su estadio a la hora de armar un plantel.

Desde que Huracán lo cacheteó en la final por el último ascenso de su zona, se viene hablando de fracaso. De renuncias, arrepentidas más tardes, a raíz de no conseguir el pasaje a Primera División. El menos importante de una hilera larga de tropezones.

La consecuencia en números de esa brochette de pifias fue no ascender. Dejar de lado la historia, el paladar futbolístico, los apellidos ilustres, las tardes felices, la identidad, la escuela decana y tantos matices que hacen a los cimientos de un club, integran la lista.

El objetivo político armó un biombo que obstruye el objetivo de club que Atlético abandonó a medida que la frase "Atlético es un grande y debe ocupar el lugar que le corresponde(?)..." fue tomando cuerpo y haciéndose discurso único.

Nadie dice cuál es ese lugar. A los que lo conducen no les importa demasiado. Pan y Circo... ese es el quit de la cuestión. El horizonte de ascenso parece ser el único destino posible. Olvidándose de la producción de jugadores con sentido de pertenencia, al menos hasta que a estos les agarre la velocidad por el dinero.

Hace cuanto que Atlético no transfiere un jugador maid in...? Hace cuanto que su plantilla titular´, en 99% se conforma con apellidos extra-tucumanos? Hace cuanto tiempo que Atlético Tucumán ya no es tan tucumano?

Desde hace cuanto tiempo sus contrataciones no bajan a un dígito? Su rica historia ha sido pisoteada por los botines de Sbuttoni, Grahal, Rodriguez Budes, Romat, Malagueño, etc. por recordar los más recientes. Sólo los que persiguen otros fines chapotean sobre la historia contratando técnicos como Azconzábal o el Chulo, que tuvo su gloria con el equipo heredado del Viejo Solari. Otra cosa que nadie dijo. Una Selección había dejado el Indio...

Los gobiernos cambian. Los proyectos políticos se reformulan y no importa qué o quiénes quedan en el camino. Un día se irá José y se llevará sus dineros públicos (su billetera personal no la toca, seguro) y en Atlético de lo deportivo, quedará un campo arrasado.

La complacencia del periodismo vernáculo. que también recibió migajas de los dineros públicos, guardó cómplice silencio y sólo dicen la verdad en el café y con amigos de testigos. Como si viviera Luis Rey. En su laburo, ni una palabra. Ya vendrá otro que les tire migajas y la rueda seguirá rodando. No es cuestión de andar escupiendo para arriba... y arruinando el negocio.

Y los hinchas ?... Hay los hinchas. Dicen ser la verdadera grandeza. Lo dudo. La grandeza no es "el aguante". La grandeza es pagar una cuota societaria acorde y no pararse en las puertas de la 25 para que algún conocido, con tramito de poder, te haga pasar.

La grandeza no es pintar murales maravillosos o coser una inmensa bandera. La grandeza no es usar los días de partido como diván de psicólogo para que te saque la mierda que juntaste en la semana laboral. La grandeza es meter los pies en el barro e involucrarse.

A la grandeza se la construye... entre todos.
Eso si, cualquiera la declama....

3 de enero de 2015

Pisoteando al casi muerto

Desde este sitio he sido y soy muy crítico con el momento del básquet tucumano. No saco los pies del plato. Somos todos culpables.

Dirigentes rapaces, jugadores que viven en una media, técnicos que adaptan su trabajo al medio que los rodea, árbitros eternemente sospechados, periodistas abonados a lo "no crítica" y público escaso que cree que les va la vida en el resultado final del eléctrónico.

Hace rato que le pisamos la manguera del oxígeno al enfermo terminal. Hace rato que nuestra pequeñez cerebral no toma la necesaria decisión de buscar una cirugía riesgosa para que el paciente se baje de la cama de la terapia intensiva, donde se aloja desde hace 30 años.

Un energúmeno salta una valla a segundos del final de un sentenciado juego y golpea a un árbitro haciendo injusticia por mano propia. El tipo se va como si nada. La policía mira sin actuar. La dirigencia reacciona y lo condena socialmente. Antes y, conociéndolo, lo cobijó. En voz baja, los que conocen la vida del club, conocían de su violencia.

Una competencia interna que se dilata como chicle porque, cuando le duele una uña a la estrellita de un equipo, se suspende la fecha. Porque el que juega un torneo interprovincial se cree dueño del torneo y suspende cada vez que se le amontonan los compromisos.

Si no les da el cuero o si la plantilla es corta, no tienen que soportarlo el resto de las instituciones. Cada uno lleva agua para su molino con egoísmo y maldad y la ATB se lo permite. Todos quieren ganar todo usando lo administrativo y lo deportivo en dósis similares.

El juego agoniza, pero los que deciden son zombies que no ven la realidad. Cada uno de ellos muerde y contagia al recién llegado, entonces el mal se propaga. Los que deciden, los que miran, los que conducen, los que juegan y los que arbitran están igual de enfermos que el juego mismo. No están en la camilla pero propagan la infección.

En este teatro, al tercer juego final del U-15, se lo llevó puesto la mezquindad de sumar un trofeo a la vitrina, antes que los chicos jueguen el cotejo. Explotaron los improperios en la redes. En la primera final del U-17 se sacaron chispas los técnicos que habían acordado jugarlo en un determinado horario.

Conveniencia y cobardía se combinaron para que un campéon de la vuelta olímpica sin jugarlo, con los padres festejando que sus pollos son campeones y con dirigentes sonriendo porque la picardía de barrio los llevará a hacer un lugarcito en la secretaría del club para colocar el trofeo.

Lamentable final de temporada en los primeros días del nuevo año... Tanto calendario superpuesto hay para que las finales de todas las categorías se jueguen a la velocidad de una cuadrera? Cómo puede ser que nadie piense? Cómo puede ser que sea más importante un silbato a favor que las lágrimas de Nataniel? Cómo puede ser que las ansias de colgarse medallas en el pecho hagan que el Amarillo tenga que jugar todo llevándose puesto sus pulmones?

Cómo puede ser que sean más importantes los que deciden y programan que los que pican la naranja? Cómo puede ser que un medio de prensa, al que que nadie le toca allí donde termina su espalda, no critique a nadie? Cómo puede ser que los papás crean que tiene Campazzos en su casa y crean que hay que agarrarse a golpes para el equipo donde juega su hijo gane?

Cómo puede ser los sueños de Juan Cruz, Martiniano, Bruno, Zamba, Julito, Chicho, Maxi, Zanca, Mauro y tantos otros pibes que rompen las zapatillas que sus papás le compran, queden truncos porque los mayores hacen cola pa' que la rayita del electro se convierta en una línea recta.

Una verguenza... que nadie para, mientras el sepulturero se acomoda su sombrero de copa esperando el momento para cobrar el servicio...