28 de octubre de 2012

Super clasic

Ni los carritos para ser un super, ni la o para completar lo de clásico. El Boca - River divide al país por lo colores. La división que importa es la que separa el jugar bien del jugar mal.

Y hace años que no se ve jugar bien en un clásico. Que se juega mucho. Que no se puede perder. Que los técnicos se juegan la continuidad. Que la tranquilidad del grupo. Que las apuestas. Mucha sanata. Mucho periodismo hablando boludeces.

Si hay algo ausente en un River-Boca es el fútbol, el juego, ese de dar más de tres pases seguidos. Pero es difícil si de un lado hay técnico que muere con 4-4-2 y que para mantenerlo festejó en silencio la paratida del último "10" que jugaba por estas comarcas... Falcioni, es un milagro. Un trabajador, dicen la mitad de los libros de la biblioteca...

Que fútbol puedo esperar si del otro lado hay un equipo que se olvidó de su historia, de su buen gusto, de su fino estilo y se convirtió en once utilitario, corredor, sacrificado, que hace de todo para no perder menos jugar.

Hoy, el país se detendrá y eso es otra cosa que aborrezco. Este capitalino cotejo ha tenido un poder de penetración en la población de la Argentina profunda que sólo se explica porque el fútbol es una pasión que adolece, casulamente, de eso. De una explicación coherente.

Juro que me enerva que un "coyita" jujeño, un cotudo salteño, un dormilón santiagueño, un pastoso riojano, un pícaro tucumano, un chistoso cordobés, un friolento santacruceño o un orgulloso correntino cuenten las horas para sentarse a ver un choque que solo los incluye una, dos o tres veces por año.

Es milagroso este imperfecto juego. Hace que Scchiavi sea imprescindible. Que Clemente Rodríguez juegue en Primera División. Que los melli Funes Mori jueguen por esa condición o porque se llaman Funes Mori,  por ejemplo

Capaz que hasta logra  que yo me siente frente al tele... si no tengo otra cosa que hacer.

26 de octubre de 2012

110

Acaba de cumplir Atlético Tucumán.Fui-soy hincha. Fui dirigente. Este año volví a la cancha, pero por hacer periodismo. Todo sigue igual.

El periodismo me llevó por primera vez al Monumental. El periodismo me hizo volver. El que depositó mi humanidad de niño fue el que ejercía mi viejo. Laburaba en El Mundo del Deporte, algo así como el barça tucumano de la comunicación de aquellos tiempos.

Y me llevaba a mi. No entiendo muy bien porqué. Fui un hincha especial grité mi primer gol en una cabina de transmisión. Me rajaron, de una, de ese sagrado ámbito de la profesión periodística. Era casi una afrenta que alguien gritara un gol, como hincha, allí dentro.

Si supieran... Todos los que laburaron y laburan en este oficio son hinchas de alguien. Sino como puede ser que laburen de esto. Pero, como siempre, me estoy alejando del génesis de este post. El tema es Atlético y su centuria más diez.

Ante tamaño número se mezcla todo. Apellidos, tardes maravillosas y de las otras, amigos de fin de semana, efusivos abrazos con desconocidos, ronqueras, choris con chimi, discusiones. Café estirado hasta la noche en la plazoleta y semanas andando de costado para evitar las cargadas cuando el resultado era contra.

Un ser humano pensante y más o menos cuerdo no debería pasar por esto. Pero un hincha no es un ser  normal. Ese extraño bicho que te pica y que produce la roncha de la pasión no tiene cura y no se cura con una batería de antibióticos.

Y de esos 110 algo viví, de cerca o de lejos. Conocí gente buena y de la otra. Dirigentes que despilfarraron sus dineros y otros que no se la jugaron ni a palos. Jugadores, técnicos e hinchas que no arrugaron ni aunque vinieran degollando.

Gente que con su paso, engrandenció al decano. Mientras otros se esmeraron por chocar un club con una historia de libro. Del Patón Benavídez a José Rafel Albrecht. Del Lito Espeche a Walter Omar Jiménez. Del Maestro Raúl Villalva a Ricardo Julio Villa. Y los nombres que debo dejar en el camino porque este post sería interminable.

Pero Atlético era grande antes de estos apellidos. Atlético es la gente, también. La que por ese inexplicable placer le quita horas de su descanso "solo por volverte a ver" como dicen Las Pastillas del Abuelo... Aunque a veces, no tenga nada de placentero.


Atlético ha sido una parte importante en los últimos 55 años. Hoy ya no lo es tanto. Hoy, mi mujer, Claudio y Agostina son el centro. Me informo de lo que pasa en mi club pero ya no voy como antes.
 Empecé el borrador de esta nota cuando el más grande acababa de soplar 110 velitas celestes y blancas y yo había regresado al periodismo. La termino cuando ya he dejado de ir, nuevamente.

Feliz 110 a todos. A los que siguen concurriendo y a los que se compraron una platea en el cielo...

25 de octubre de 2012

"Esto es por plata..."

La frase de José Luis Ponce se hace carne en estos tiempos... Lástima que algunos periodistas no lo entiendan y claudiquen

Un año de ausencia es mucho tiempo para resumir con palabras encadenadas. No me animo ni a palos. Pero algo debo hacer para combatir "la nada" de la Historia Sin Fin. Entonces emprendí el regreso y este es el primer intento.

José Luis Ponce (de aquí en más, JLP), aquel talentoso periodista compañero de el periódico, hoy por hoy, desperdiciado y extraviado en la noche de los tiempos, vaya uno a saber por qué, usaba aquella frase del título para explicar actitudes. Un justificativo, una razón, el génesis o las tres... que se yo

Mi año de ausencia me dio aire para analizar cuestiones de mi oficio y de las actitudes de "colegas" que, en la mayoría de los casos, le pone distancia a la  ética. Para bien o para mal. Más lo segundo que lo primero, por cierto. Sino mírenlo a Lanata, deglutido por su personaje, derrapando por leca a cada rato.

Más que nunca la frase de cabecera de JLP explica los tropezones del obeso periodista. El tema que quien se ocupa de sus haberes es el mismo que no cumple leyes. Para el Lanata antiguo un patrón así llenaba su programa de informes periodisticos. Hoy no...

Los patrones de medios tambien entienden que "esto" es por plata. Pero solo importa la que expande su bolsillo trasero debido al crecimiento de su billetera. Lamento decir que muchos de ellos consideran que nuestro oficio es gratuito.

Lo grave de ello es que algunos colegas también lo creen o hacen "la perra que la están fifando". El ego los pierde. El ansia de trascender, de salir del anonimato es más fuerte que el respeto que pierden por ejercer el oficio a cambio de nada.

El dueño del medio está convencido que colgar un micrófono es su única responsabilidad. Y que el "deber" del periodista es agradecer la oportunidad sin ver un peso o "metiendo" un cliente. A un  toque el periodista hace sus primeras armas como tal y como productor comercial. Dos oficios al únisono gracias a la "buena voluntad" del empresario.

Muchos amigos que, extrañamente, me admiran en esto de escribir, desde el momento que anuncié mi "regreso" estamparon su alegría en las redes. Agradezco, pero no me mareo. Si hubiera sido tan bueno...

Mi oficio atesora frases hechas como por ejemplo:  "... se es periodista siempre". Con absoluta seguridad digo que esa máxima no es verdadera.

Se puede tener mirada crítica. Tal vez, se pueda escribir bien. O comunicar aceptablemente con un micrófono enfrente. Pero se es periodista "completo" si laburás en un medio. Sino, el círculo no cierra. Si no te escuchan, sin no te leen, sino te miran... no sos periodista y, no sirve de nada, que sepas que sos eso.

Ninguno de nosotros lo dice. Hay mucho de ego cuando se comunica. Todos queremos que nos recononozcan por lo que somos. Si bien el abc indica que lo primero es informar, también queremos hacerlo desde una belleza estética usando palabras que no todos usan.

Entonces, escribimos, hablamos e informamos para nosotros también. Porque queremos que nos admiren, que nos soben el lomo y para que nos paguen...
El periodismo dedicado al deporte debe exigir el compromiso del empresario. Sin ese compromiso no hay respeto, por más que se lo declame a los cuatro vientos.