25 de octubre de 2009

El clásico del pueblo... partidito apenas


Nadie pagó nada para ver el River- Boca. Antes tenía la excusa del costo. Ahora impunemente ese bodrio llegó a mi casa.

Cuanta guita había en la cancha con los apellidos ilustres que la transitaban? Cuanta promesa de buen juego había en esos nombres? Que el buen momento de Boca. Que la necesidad de River. Que el pie derecho de Riquelme y el gol de Palermo. Que la idolatría de Orteguita. Que el compromiso de Almeyda. Que un millón de razones...

Pero nada hubo en 90 minutos. La previa llenó de expectativa. Billones de palabras en tele y en radios porteñas. Litros de tinta y kilómetros de papel en los diarios para que el negocio se dispare más allá de lo debido. El clásico nacional hizo creer por un momento que todos somos iguales. Aunque en los countries del oeste tucumano se ingiera alcohol de más calidad que en el Canal Norte.

Este clásico del fútbol argentino fue otra vez apenas promesa. River y la actitud que no disimula la falta de delanteros. Boca y su apática búsqueda ante un rival menor que arrastra su osamenta por el torneo y, que por obra y gracia de los promedios del descenso, todavía no tiembla porque suma poco y nada.

El golazo de Gallardo, el taco de Riquelme en el gol de Palermo. Alguna apilada de Gaitán. La verguenza de Almeyda, que parece que nunca abandonó el fútbol. Después la mediocridad. River que pareció más de lo que fue hasta que expulsaron a Villagra. Boca que es más pero que casi ni se notó.

La gente que siempre llena la cancha. La gente que, gratis o no, se sienta frente a la tele porque cree en el espectáculo por venir. El color de los hinchas al final. Las cargadas de equipo chico de los de Boca a los de River y los afiches que "adornarán" Buenos Aires intentarán disimular el aburrimiento que sufrimos entre las 16 y las 18 horas.

Que oportunidad de dormir la siesta me perdí.

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