La fantasía de la confabulación

Foto: Diario La Gaceta
Atlético patinó en los dos primeros juegos en la élite del fobal nacional. La idea de la persecusión obnubila y no permite el análisis de la situación.

Mi amigo Luis Tebes, en una de las opiniones que gentilmente posteó en este sitio, decía que a los hinchas no se le debe pedir razonamiento, porque la pasión es su tema. Pero hace falta que, de vez en cuando, la razón sirva para intentar explicar porqué se gana o porqué se pierde.

Desde el pasado fin de semana el músculo "decano" quedó activado para la reacción. Contra San Lorenzo, el árbitro Faraoni, se equivocó en algunos fallos y, necesariamente, influyó en el resultado. Allí comenzó la sospecha generalizada sobre el plan que llevaría a Atlético de regreso al Nacional "B".

Diego Abal, el colegiado que le tocó para su primer choque en el Momumental, le dio otro estímulo más al músculo de la sospecha y ya... otra vez. "Sólo porque somos Atlético nos cobran el penal de Erroz" se escuchó a más no poder. El "Abal vendidoooooooo" enrojeció gargantas.

Sin embargo las dos derrotas que sufrió Atlético tienen que ver con su adaptación a una competencia donde el error se paga carísimo. Tiene que ver con las oportunidades perdidas frente al arco, con algunos nombres que integran la plantilla y con alguna decisión táctica inapropiada.

Alguien lo debe decir. Paez no puede jugar. Los rapiditos de la divisional lo pasan como alambrao' caido. Jugar con tres en el fondo es suicida si esos tres son más lentos que un cienpiés. Y gracias a Dios que Azconzabal está lesionado. Si Atlético les quería agradecer por los servicios prestados en el Nacional B, con un reloj bastaba y sobraba. Un contrato en la Primera División es un poco mucho para ambos. Y para colmo contrató otras dos carretas más: Villavicencio y Deivis Barone.

Encima y, en especial ante Independiente, el técnico Rivoira no reaccionó a tiempo cuando estaba con diez y ya ganaba. Gallego le mandó otro delantero más a la cancha para que ataquen a los tres defensores y el técnico "decano" no reaccionó ni a palos. Al regreso el entretiempo debió armar una línea de cuatro y... a defender se ha dicho.

El objetivo no es sumar? Entonces había que sumar de a uno aunque sea. El paraguayo estrella de la semana completó el cuadro con una expulsión estúpida y... Abal tiene la culpa. "Echó a Monti, cobró un penal que no era... estos están mandados" y la sospecha general está instalada.

La fantasía del porteño contra el provinciano es sólo eso... una fantasía. Todos sabemos que Atlético no es importante para el negocio, pero tampoco tenemos pruebas que esa poca importancia se transforme pitos en contra a cambio de dádivas. Si la dádiva existe no hay recibo firmado por la misma, por lo tanto no hay prueba.

Ahora, por un momento supongamos que la corrupción existe. Entonces para que vamos a la cancha o, en todo caso, si vamos porque protestamos si sabemos que todo está arreglado. Por qué sospechamos de Abal y no del linesman de la final del Argentino "A" contra Racing de Córdoba que se quedó pretrificado cobrando un off-side ante el segundo gol cordobés.

Cuando es a favor la frase es: "una vueltita nos tiene que tocar a nosostros..." Cuando es en contra equivale a corrupción. Dejémonos de joder. Los árbitros se equivocan, los jugadores se equivocan y los técnicos también. Por eso y porque que se juega con los piés hacen que el fútbol sea un juego imperfecto y por lo tanto atrayente para las multitudes.

Ojo con los mensajes. El domingo un energúmeno le tiró con un rollo de papel a un árbitro asistente. Seguir haciendo incapié en que hay un plan pergueñado para que Atlético descienda puede desatar una catástrofe.