ANALISIS Y OPINION DESDE FUERA DEL SISTEMA SOBRE TEMAS DEPORTIVOS Y OTRAS YERBAS
30 de octubre de 2008
El Kennedy - La conquista
La última parte de mi niñez y mi juventud la pasé en el glorioso Barrio Kennedy. Con mis amigos fuimos dueños y señores de ese barrio que sigo añorando.
Me fui de Villa Alem al Kennedy en julio del '67... cuando en el invierno todavía hacía frío. El desembarco de las primeras familias fue como una colonización. Los mercantiles habían construido el "rioba" y la entrega de las viviendas se dilataba. Un grupo de vecinos planeó la toma del barrio y a cuetazo limpio tomaron las casas que les pertenecían.
El "operativo" fue nocturno y, al otro día, aparecieron el resto de los integrantes de las familias de los "colonizadores". Todavía había casas a medio construir que nosotros la usábamos como terreno de guerra para jugar a "Combate". No había luz ni agua, que todos los días acarreábamos en tachos y baldes.
Las calles eran de tierra y los colectivos de la Linea 7 llegaban hasta Bulnes y Bolivia. Había que gambear para subirse a los bondis y los días de lluvia eran imprescindibles un par de timbos de repuesto porque llegabas embarrado a la parada. Mi viejo laburaba en la Municipalidad y viajábamos juntos, el al yugo y yo a la escuela Federico Helguera. Me llenaba los bolsillos del delantal con bizcochitos en la panadería Flor de Iris frente al Mercado del Norte por Mendoza. Me tocaba la cabeza y me decía: "Nos vemos al mediodía".
Tardes de libertad absoluta cuando aparecieron los primeros amigos. El "Kenny", como decía el "Jetón" parecía un mundo. En realidad fue "mi mundo" durante 17 años. Barrio con calles de Este a Oeste cortadas al medio, porque la "Castro Barros" iba a ser parquizada. Mi vieja todavía vive allí y de parquizado, minga.
Canchitas en cada esquina porque las rotondas tenía pastito. "Juanky" le entendía, "Huevo" se moría a amagues, el "Mono" Adrián te mataba a bombazos, el "Lungo" atajaba hasta las piedras, "Cartera" era un optimista del gol, diría Bianchi; Gêgê, (el apodo era Yiyi, en realidad pero se creía francés y era más criollo que el matecocido con bollo y en jarro), era un asesino a sueldo; su hermano el "Negro" era tan mentiroso que hasta nos mentía que era bueno; el petizo Zapatiel creía que era alto y que le pegaba bien y yo me creía "Pinino" Mas, pero apenas era "Pinino" menos.
Tres adelante y uno al arco y el que pierde sale era la modalidad de la contienda que se interrumpía por el silbido de Doña Nilda (mi vieja) llamando para hacer los odiosos deberes o para darle al feca con tortillas. No gritaba porque no podía. La vieja silbaba como consecuencia de una cirugía fallida que casi la deja muda. Aprendió a hablar con el estómago como los ventrilocuos, pero apenas se la escuchaba. Cuando la oscuridad se adueñaba de todo, adentro mi alma y a esperar la cena haciendo boludeces envueltos en el aroma de la comida casera.
Mi viejo decía que desde que llegamos al barrio yo comía mejor y se lo adjudicaba al cambio de clima. No lo se. Mi vieja se preocupaba porque tenía el "pechito hundido". El gordo Paez, un amigo de mi hermano, todavía me carga por aquella preocupación de mi vieja. Hoy no sé como hacer para bajar de peso.
El sábado y el domingo eran la felicidad completa. A la calle desde temprano y a meterse a la casa cuando la noche era dueña y señora. Fútbol continuado que se cortaba para ir a cortar caña en los cañaverales del Ingenio Amalia o para hablar boludeces bajo alguna sombra.
No sé si alguno de aquella barra se pegará una vuelta de vez en cuando por el Kennedy. Los perdí de vista a todos hace mucho. Como mi vieja todavía vive en la Zenón Santillán, siempre vuelvo. En realidad aquel negrito de "pechito hundido" nunca se fue...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
que grande negrito, como siempre, me hiciste acordar de mis mil rincones en el parque Guillermina, ¡y mirá que estuve lejos! tenía que volver a escarbarlo algún día, a veces, por esas cosas de la vida, tengo miedo de irme para no volver a pasearlo...
un abrazo.
sejo.
Negro querido. La nostalgia lo envuelve y lo empuja a sacar sus mejores “escribas”. Hermoso relato, pero me cuesta creer eso de pechito hundido. Desde que yo lo juno tiene el pechito bastante salidito jaja. Abrazos enormes de alguien que también se crió en un barrio y jugaba a rambo en la construcción abandonada de la comisaría que nunca se hizo en el barrio vial, o en las montañas (hoy llena de casas) de la loma que está antes de agua y energía, en el Cerro Las Rosas.
Negro querido, cumpa... Con todo el respeto que hay entre nosotros, y con la amistad que nos une, realmente te digo que éste tipo de notas son más que interesantes. No sé, tienen condimentos sabrosos, es como que están hechas con el alma...
Te tiro una idea: por qué no juntás ésta y otras, como aquella de El Molino por ejemplo, y las compilás. Aunque sea editala para tenerlas para vos y para tu gente, tus amigos...
Realmente es una lástima que no hayas podido seguir siendo un periodista "rentado" y que tengas que hacer otra cosa para ganar el pan.
Vos me hacés acordar a esos jugadores que tenían calidad de sobra para descollar en Primera, pero que por esas cosas del destino sólo pudieron jugar en el Ascenso. Y claro, se sabe, en ese fútbol casi amateur hay que ser jugador, técnico, laburante -porque sino tu flia se muere de hambre- y encima, a veces no cobrás. Entonces se hace difícil "brillar" como sí se podría en un fútbol super profesional.
Bueno, un abrazo y hasta otro momento. Luis Tebes
Publicar un comentario