13 de junio de 2008

La final - Atlético no jugó


Cuando lo lógico era que Atlético repitiera recetas jugó la primera final con un libreto nuevo y así le fue. Pudo haber sido catástrofe,

Cuando terminó la primera final aparecieron los fantasmas conocidos. Esos que asustan a Atlético cuando culmina cada temporada en el Argentino A. La sacó barata, porque en la peor producción en la postemporada pudo haber sufrido una derrota que lo dejara fuera del ascenso.

Timorato, livianito, sin agresividad y sobre todas las cosas sin precisión ni temple. Con esa actitud saltó al campo ante Racing de Córdoba. En el cuadrangular que lo clasificó a la final los tucumanos salieron a pisar a su rival de turno con juego, precisión, paciencia y contundencia. Mucha actitud para asumir su chapa de candidato.

En Córdoba no. Cuando hacía falta repetir lo que más conoce salió a tener la pelota en su campo con pases lentos y laterales que terminaron erigiendo en figura al veterano y gordo Adrián Avalos a la hora de cortar juego. Con algo de vértigo el volante central de Rácing la hubiera visto pasar a todas. Ni la mitad de la cancha cruzó Atlético en la primera etapa y eso que las mejores oportunidades las tuvo el conjunto de Solari.

El dominio psicológico del juego lo tuvieron los cordobeses quiénes cada vez conseguían quitarle el balón a los tucumanos mucho más cerca del arco de Ischuk, favorecido por aquel toqueteo cansino y lateral con el que Atlético intentaba dormir el partido. El penal de Bressán le dio la oportunidad de adelantarse en el marcador a Racing quien a pesar de manejar el trámite no había generado acciones de peligro.

Después de acusar el golpe Atlético quedó a merced de Racing. Con el desconcierto los cordobeses aumentaron a dos la diferencia ya en la segunda etapa. En ese momento los 6.000 tucumanos rogaron que termine el encuentro. Atlético estaba para el cachetazo. La lucha en la mitad de la cancha todavía estaba del lado de los mediocampistas cordobeses. Fue el peor momento y en ese instante salió la virgen cuando Sarría achicó la diferencia. Mucho tuvo que ver el ingreso de Héctor López que contagió a sus compañeros con su entrega.

Atlético caminó al borde del abismo por jugar a no jugar. En diez minutos (de los '80 a los '90) recuperó algo de memoria. Sería bueno que para el domingo haya asimilado el error cometido.

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