14 de junio de 2008

Fútbol a la norteamericana


Hace siete dias Argentina jugó un amistoso con Estados Unidos. Mi amigo Daniel García Suárez hizo de corresponsal y mandó textos varios. Entérense como es ir a la "chacan" en los EEUU.

Olvidate de armar el ritual para ir a comprar entradas. No hay boleterías en los estadios. Se compran por internet. Una vez cerrada la operación te llega un mail con las entradas que vos imprimis en tu casa. Eso si, que la viveza criolla no te tiente a imprimir más de las que compraste con ánimo de reventa. Las entradas tienen código de barras y te las escanean antes de entrar.

"... y no me importa en que cancha jugués. si vamos en caravana..." es un cántico de hinchada argentina, pero que no representa para nada un viaje hacia el estadio en Estados Unidos. Omnibus de larga de larga distancia de un solo piso que salen de una terminal en el corazón de Manhattan que te llevan y te traen y salén a cada minuto.

Daniel, esta vez fue en auto con tres parejas para aprovechar y hacer "tailgate". ¿Lo que? En las cercanías del estadio no hay estacionamientos callejeros y todos los que usan ese medio de transporte dejan sus vehículos en las playas del estadio que son inmensas. El "tailgate" consiste en armar picnics en la parte trasera de los autos. Banquitos o sillas y parrillas portátiles para empujarse unas hamburguesas y unas birritas. Mi amigo y sus amigos llevaron además chips, spreads, pita bread, frutas y roscas, más cervezas. Ni un solo grito de "a lo' chori muchacho, a lo' chori", como para que pareciera futbol... del nuestro.

Cuando estaban en haciendo el picnic de un par de autos se descolgaron un monton de gente. La novia de Dani mando en inglés "look at the flag! It says Tucuman, lo que en criollo significa "mira la bandera, dice Tucuman". "Nunca pense que iba a decir esto, pero escuchar hablar con el acento tucumano, y las gastadas a Atlético y San Martín, y las bromas tucumanas, me mató. Me pareció fantástico", cuenta mi amigo.

En el ingreso te revisan los bolsos y las pertenencias, buscan bombas o armas. Al trámite no lo realiza la policía, que brilla por su ausencia. La seguridad es privada dentro y fuera. Parece que allí la policía hace lo que tiene que hacer: perseguir a los delincuentes. Si hubiere problemas los "ratis" llegan en un toque.

Dentro del estadio te venden cervezas pero no te dan la tapitas porque no quieren que se tiren a los otros. Hay puestos de comida, hamburguesas, panchitos, fritas y esas cosas y no hay populares, son todas plateas numeradas.

Dice Dani que había 78 lucas de personas, récord de público para la selección de Estados Unidos y el cuarto partido de la historia más visto en EEUU. Lo más parecido a una cancha argentina fueron los cánticos que comenzaron bien temprano y con bombos incluídos que nadie sabe cómo hicieron para pasar los controles. El público norteamericano es muy respetuoso y hacen boludeces como gritar el famoso huuuuuuu o hacer la ola en la que Dani y sus amigos no se prendieron. Algunos argentinos le gritaron "hijo de puta" al árbitro y la novia de mi amigo (norteamericana por cierto) se escandalizó. Lo que pasa es que se protege muchos a los chicos y si insultás estás dando un mal ejemplo. Cuando la novia de Dani se enteró que en las canchas de acá se escupe y hasta a veces te tiran bolsas con orina, el insulto le pareció nada.

A la salida algunos se quedan haciendo "tailgate" de vuelta como Daniel y sus amigos. Estiraron el regreso porque tenían hambre y esperando que el tránsito de regreso a casa se descongestine.

No creo que el fútbol norteamericano no pregrese porque el entorno del deporte mismo no sea parecido al que conocemos. Seguro que el progreso está emparentado con la etapa formativa. Eso sí, clima no tiene. Es un espectáculo más y no prende entre la gente porque, como cuenta Dani, el norteamericano no puede entender que no haya un ganador. Y si alguien no entiende eso, no entiende al fútbol.

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