8 de junio de 2007

El lunar


Boca Juniors se metió en otra final de Copa Libertadores pero ni por asomo es el reflejo de la competencia interna

Hace unos cuantos días Mauricio Macri le sacó 20 puntos al segundo en la elección para Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Muchos de esos votos son el reflejo de su administración en Boca Juniors.
Pero me niego a pensar que Boca sea el reflejo del fútbol argentino.
La competencia interna es la antítesis de todo lo que Boca logró durante la administración del ingeniero.
Para esta final Boca contará con tres de jugadores que estuvieron en la final del 2000 con Bianchi (Riquelme, Palermo y Battaglia). Eso si que es raro para un fútbol donde ningún hincha repite de corrido a los 11 titulares de su club. Cada seis meses tiene no sé cuantos apellidos nuevos para memorizar. Mientras que en Boca los jugadores duran o, en todo caso, regresan como los tres mencionados. En el resto de los equipos, a los seis meses, hay unas cuantas caras nueva a la hora de subirse al micro que los traslada a la pretemporada. Boca compra para mantenerse y crecer, mientras el resto lo hace para que duren técnicos y dirigentes.
La institución deportiva de mayor crecimiento en los últimos 15 años ha sido Boca, con una administración ordenada y cuidadosa de los gastos y de los sueldos que le paga a sus jugadores. Esta política está confirmada porque muchos regresaron y otros ni les pasa por la cabeza irse. Si hay algo para lo que los jugadores tienen el músculo ágil es al dinero seguro.
Desde lo organizativo también es un ejemplo. Cómo será que el caótico fútbol argentino no pudo contaminarlo y en medio de suspensiones por violencia, cambios de horarios los xeneizes siguen siendo una islita.
Además desde los logros también no es como los otros. Ganó cuanta copa tuvo enfrente y es, en cada torneo, protagonista principal. La ecuación cierra, administración + coherencia + planificación tiene como resultado el éxito.
Los que apuestan al recambio en masa no ligan una mientras Boca que sostiene a la plantilla, compra para sumar y con poco margen de error a cada rato descorcha champagne.
Señores del fútbol argentino, miren y aprendan...
Como si todo esto fuera poco en su equipo juega el mejor del mundo Juan Román Riquelme

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