29 de junio de 2007

Dueñas y señoras



La tele logró lo que tanto buscó. Diez partidos de Primera División irán por la caja boba a partir del próximo torneo como producto de la renegociación del contrato entre TSC y la AFA. Si a eso le sumamos la violencia, todo el mundo se quedará en los bares o en las casas a ¿vivir? el fútbol

Si hasta aquí siempre salían campeón Boca o River y de vez en cuando, muy de vez en cuando, algún otro grande, imagínense desde la próxima temporada.
Qué clubes tiene más hinchas en todo el país?
Saben cómo se pondrán los bares de todo el país de viernes a domingos en especial este último.
Hinchas de birra y milanga se multiplicarán a lo ancho y largo del “ispa” y nada será igual.
Mutará la pasión, los productores pasarán a ser el cuarto árbitro y cada partido comenzará cuando la tanda termine. Como ahora, pero extendido a los diez juegos.
La mayor parte de la nueva torta se la llevarán los que más venden. 12 palos y medio para Boca y River; siete para los tres grandes siguientes más Velez. Los once que vienen atrás 3 para cada uno y 2 para los recién ascendidos. Para estos últimos, la discriminación lisa y llana. Si ascendieron eso indica que ya son de Primera, por eso no se entiende porque cobrarán un palo menos. Y si a eso le sumamos el drama del promedio, los que ganaron el ascenso son los kelpers del fútbol nacional.
De a poquito el negocio va cerrando para la tele. Partidos de pacotilla irán gratis (siempre y cuando tengás cable) mientras que para ver los cotejos donde jueguen los grandes habrá que pagar el premium.
En el Nacional B se repartirán 20 millones; en la B Metro diez y en el Argentino A no se sabe cuanto.
Si a la televisación en masa le sumamos el plan de “embutacar” todos los estadios, de a poco pero sin pausa, la gente se irá quedando afuera. Ser espectadores será exclusivo para los que cargan una billetera abultada, mientras que los pobres solo podrán ser jugadores.
Los que además de ser pobres sean pataduras, se agolparán en los bares para observar un juego que hasta no hace mucho fue de ellos. En cambio, los de la billetera, serán los nuevos hinchas porque un abono de butaca costará un huevo a raíz del achicamiento de la concurrencia.
Pero ahora viene el otro cómplice de la conquista del negocio. La Violencia. Esa que fue promovida por los dirigentes deportivos y políticos que permitieron que una banda de forajidos hiciera negocio con la venta de entradas, con los retornos por las transferencias de jugadores, con los sueldos dibujados en consejos deliberantes, legislatura y hasta en los propios clubes.
Una solución a la inglesa, dicen algunos iluminados mirándose en el agujero del mate que acaban de descubrir. Los hooligans son apenas unos borrachos que cuando les afloja la resaca regresan a sus vidas y a sus laburos. Nada que ver con los Barras, para quiénes la violencia es el medio de vida. A los ingleses les subieron el precio de las entradas y quedaron afuera. Aquí los barras le van a buscar la vuelta porque tienen los celulares de los que deciden y gracias a ellos accederán a los partidos. El aumento de las entradas que se viene sacará del medio al laburante que junta mango a mango para ir al único sitio en el que, a veces, vive una alegría.
Nadie manda en cana a la propia policía que siempre actual mal, tarde y, a veces, nunca. Nadie manda en cana a los dirigentes que le dieron vida a los violentos y como solución ahora proponen que a los partidos vayan solo hinchas del local, como el proyecto presentado para el Nacional B. Sería lógico, entonces, que el visitante no se lleve una moneda de la recaudación.
Nadie manda en cana a los políticos que apañan a los delincuentes porque los necesitan para el laburo sucio.
Nadie hace nada, mientras la tele y los delincuentes hacen negocios.

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