22 de febrero de 2010

Sudáfrica y el humo


Parece mentira. Faltan cinco meses para que se juegue la Copa del Mundo y de lo único que se habla es de eso. Como si salir campeón o no, nos fuera a cambiar la vida.

La vida no nos va a cambiar, seguro. Gane o pierda la selección, Juegue mal o bien... casi siempre juega feo y si hasta aquí no hemos sucumbido, seguro que ello no va a pasar. El discurso símil catástrofe que propalan los medios no es real y apenas sirve para distraer.

Maradona, como todos los anteriores técnicos, no le encuentra la vuelta al juego y tampoco, hasta aquí, a los nombres de los integrantes. El número de convocados indica incertidumbre más que prueba. Por más que el técnico hable de posibilidades para todos, el mismo ha dicho que ya tiene 16 o 17 nombres seguros.

Tampoco es saludable que el técnico salga a contestarle al primero que opine en contrario a su proyecto. Eso es gastar pólvora... Siempre van existir críticas y si juega como juega, mucho más. Para colmo disputa partidos casi de entrenamiento con rivales de poca monta y que dejan más expuestos errores y desencuentros dentro del campo.

El periodismo deportivo da y tema con que Riquelme es la solución a todos los males. Hace rato que el talentoso volante no es solución en Boca, donde juega más seguido y conoce mucho más a sus compañeros. El periodismo le pide un gesto "patriótico" por el bien del fútbol argentino. Otro error porque el bien de este bendito deporte no pasa porque la camiseta nº 10 de la selección esté o no en la espalda de Riquelme.

Polémicas inútiles, palabras vacías que instalan a la mediocridad de la selección como una cuestión de estado. Es sólo un equipo de fútbol con un derrotero incierto y, que si le encuentra la mano, hasta puede ser campeón del mundo. Sólo con mirar a los nombres que pueden integrarla, pensar en que puede dar la vuelta olímpica no es quimérico.

Si de todos los que van Brasil es el más candidato de todos, pero a los partidos hay que jugarlos como dice el viejo adagio y, en un mundial, hasta el mismísimo Brasil puede perder. Y si ellos, que juegan siempre bien a veces pierden, miren si nosotros no podemos perder.

En serio muchachos, si somos campeones ello no va alterar nuestras vidas y si somos un calambre, tampoco. Es un juego, apenas, para los que nos sentaremos frente a la tele y un negocio enorme, para la FIFA, para los jugadores y para los medios. A los que se reparten la torta no les importa el juego, solo la porción que les toca.

Recuerden, después de cada jornada, gane quien gane y pierda quien pierda igual tenemos que ir al laburo. Esa es nuestra realidad

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