22 de junio de 2009

Que sea para bien


Me tomé mi tiempo para escribir sobre el ascenso de Atlético. Ahora que la ronquera de los hinchas aflojó es el momento.

"No lo puedo creer... es como un sueño" me dijo Julio Gutiérrez, abrazándome efusivamente en la zona de plateas. Un rato después Claudio mi hijo, de pasada hacia el cesped del Monumental, esbozó un "que bueno que estés aquí... viejo" y lo perdí entre el mar de cabezas que se observaban desde arriba.

Hacía un tiempo que no pisaba por 25 de mayo y chile. Mi sentir con referencia al ascenso (leer "Por que no") me provocaba un estado de ánimo dual. Por un lado la pasión contagiada por la mitad de la provincia y, por otro, el del temor al futuro por venir. Además mi ausencia había concordado con la enfermedad y la muerte de mi vieja y el posterior bajón que sumaba y no me permitía disfrutar de una tarde de fútbol.

Y si a eso le sumo la imposibilidad de laburar de periodista, la ausencia de ganas estaban harto justificadas. Por tele fui testigo del ascenso y dije para mi "ya está". Se me dibujó una sonrisa, no voy a negarlo, pero no hubo locura. Me acordé de gentes, anécdotas, sufrimientos, felicidades efímeras y derrotas inexplicables.

Es una cosa de locos el ser humano. En vez de colgarme a la cerca gritando porque, al menos un año, vamos a ser de primera me acordé de dirigentes que terminaron de hundir económicamente a sus familias, a otros que regalaron casas para pagar una rifa y a otros tantos que se hicieron los sotas cuando había que meter la mano al bolsillo.

Vi a estos nuevos dirigentes quedar en la historia por dar la vuelta olímpica antes que los jugadores y ensayar cánticos como si fueran de "la inimitable". Es una cosa de locos el ser humano. Un poquito de vergüenza ajena me dio. Conversé con un pibe de la filial de Buenos Aires que junto a treinta tipos más vinieron a la fiesta y que, a pesar de la promesa del presidente de entradas gratis, igual tuvieron que pagar.

En la entrega de premios de AFA se vio por la tele a un ex presidente de Central Norte blandir la Copa de Campeón que le pertenece a Atlético. Que desatino con la rica historia de un club que tiene a media provincia de hinchas y algunos de ellos son dirigentes.

Pero bueno, no es cuestión de buscarle el pelo a la sopa. Atlético jugará en Primera División, al menos, una temporada y no me desdigo de los miedos a la debacle económica que puede o no suceder. Tampoco me desdigo del peligro de una competencia deportiva desventajosa, porque los privilegios pasan por instituciones "señeras" y no por clubes del interior.

Todo está armado como para sufrir más que para disfrutar, pero igual me pone contento el logro del título, aunque siempre voy a disfrutar más el juego de Sarría que cualquier número favorable. Me va a causar más placer ver el tiki-tiki de Erroz que colgarme una medalla del cuello.

Y en este momento de mesurado festejo tampoco voy a desdecirme de cosas que sostengo desde el gusto futbolístico. Satanás y el Vasco terminaron siendo dos baluartes... pero comen pasto.

Un abrazo de campeón para todos los que habitualmente me visitan

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