26 de marzo de 2008

Creer y/o reventar







El paro del campo sigue. Las góndolas con carne ya están vacías y los lácteos van por el mismo camino. Posiciones mezquinas mientras la gente común mira sin saber para dónde correr.

¿A quién le creo?
Al encendido discurso de la presidenta "fashion" que mete a chicos, medianos y grandes productores en la misma bolsa y los descalifica como "el piquete de la abundancia".
¿A quién le creo?
A los productores que protestan subidos a sus 4x4 relucientes y que dicen que no está mal ganar plata.
¿A quién le creo?
A Luis D'Elia, que en los '90 era un luchador social que le levantaba la voz al "Menemato" o al piquetero oficial que limpia las ropas del matrimonio Kirchner, cada vez que los esposos poderosos necesitan bañarse de calor popular y que acusa de golpistas a los manifestantes de la Plaza de Mayo.
¿A quién le creo?
A las señoras y señores de los barrios pudientes del norte porteño, que tienen el freezer lleno y que no sufrirán el desabastecimiento. Estas son las mismas personas que hace siete años gritaban "piquete y cacerola la lucha es una sola". Pero que cuando pudieron sacar sus depósitos atrapados en el "Corralito" se tapaban la fosas nasales cada vez que un grupo de pobres cortaba una calle porque tenía hambre.
¿A quién le creo?
Al parlamento oficial que salió a apoyar individual y colectivamente el mensaje de Cristina y que desoye el reclamo de muchos de sus comprovincianos que los eligieron y que trabajan el campo.
¿A quién le creo?
Al hombre de campo que dice que el nuevo régimen de las retenciones se le lleva el 45% de sus ingresos por ventas en el exterior. Este es el mismo hombre de campo que le puso el hombro a la crísis del 2001/2002, pero que también se vio favorecido por el tipo de cambio alto a costa del esfuerzo del pueblo y por el combustible subvencionado para levantar la cosecha.
¿A quien le creo?
A los tantos apellidos de prosapia envidiable propietarios de grandes latifundios por los que tributan monedas de impuestos que se esconden tras los apellidos vascos, italianos, germanos, etc. que laburan sus pequeños campos.
¿A quién le creo?
A Hugo Moyano o a su hijo Pablo que, siendo coherente con la historia sindical, se cobijan bajo el ala del poder y salen a defender a ese poder cuando sospechan que sus privilegios corren peligro.
¿Quién tiene la razón?
¿Quien tiene la solución?
¿Quién tiene humildad para bajarse del potro que cabalga?
¿Quién será el primero que dará el ejemplo?
O tendremos que lamentar víctimas fatales para entrar en razón

1 comentario:

Contexto Visual dijo...

Buenísimo amigo, no puedo más que estar de acuerdo en lo que escribes, me paso exactamente lo mismo con el conflicto del campo, me sigo haciendo las mismas preguntas que vos te haces.
Alguna vez nos ira mejor, será posible???.
Va...
Nos vemos amigo, un abrazo grande.
Turco Madkur