30 de septiembre de 2007

Ciento cinco años y mil centros


Atlético festejó años únicamente. Talleres de Perico le quitó el invicto por 1 a 0 con inteligencia y despliegue físico.

Algún fundamentalista del buen juego deberá acabar un buen día con los carrileros. Tal vez un decreto de la FIFA allane el camino para que los tiradores de centros queden afuera del juego.
Otra vez el planteo que deja dudas con el resultado puesto.
Otra vez un adversario que se cuida de que Atlético se floree en su campo. Talleres armó dos líneas de cuatro dinámicas y rápidas, sin mucho espacio entre ellas. Por un rato hubo alguna persecusión sobre Longo por Wander de Almeida y sobre Montiglio por Gastón González. Firmeza defensiva y rapidez para cubrir espacios.
A raiz de ese planteo Atlético repitió el habitual libreto de hacer trepar a los volantes laterales para tirar centros que rebotaban en la cabeza del lungo Bauza.
Sin sorpresa y sin poder salir de la trampa de piernas jujeñas, el local comenzó a compartir la posesión del balón y Talleres comenzó a mirar de cerca a Ischuk. Y terminó de avivarse del todo cuando, ante cada recuperación en el medio, salía disparado en velocidad y ubicaba tres hombres en ataque -Speedy González, Flores Coronel y el negro De Almeyda- contra la línea de tres que Atlético, habitualmente dispone.
En la segunda etapa Atlético comenzó a extrañar más la precisión perdida y cada ataque fue ganado por la frustración de no poder convertir. Eso sí, sólo fue como pudo, como Dios lo ayudó y con el empuje de la multitud. Lo único que no cambiaba era el libreto. Subir por los costados y tirar el enésimo centro. Ni una clara tuvo en la complementaria. Tampoco tuvo muchas la visita, pero los jujeños tenían una excusa. Ellos no vinieron a atacar del todo, sólo si las condiciones se daban.
Y se dieron, contra profunda Ischuk llega tarde y se lo lleva puesto a Speedy González, penal. Desde el punto penal Carlos Medina puso 1-0 y ahora la complicación era mayúscula.
`San cambio´ no funcionó y esta vez Leva no pudo salvar la ropa.
Los centros siguieron lloviendo hasta el final sin sentido alguno.
No hubo demasiados dramas por la derrota. Así debería ser siempre que Atlético pierde. Esta vez el estado de fiesta del cumple ayudó a que no hubiera kilombo.

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