26 de marzo de 2007

Vendehumos














Los medios del poder pintan una realidad inexistente. La publicidad oficial se come crudo al periodismo y la única información que le llega a la gente es la que refleja los logros del gobernante.

Si uno mira tapas de diarios y escucha radios en el segmento mañanero se da cuenta que algo huele mal. Que no puede ser. Que esta provincia y este país no han mejorado tanto.
Que no hay tanta manteca para tirar al techo.
Kirchner se sube a una tribuna y dice que los maestros santacruceños ganan 800 mangos más que los del resto del país, pero no dice cuanto cuesta el puchero en su pago chico. Denuncia presiones porque 4.500 estatales y docentes salieron a la calle a pedirle aumento a su gobernador monigote.
Arriba se puede ver cómo reflejaron la noticia de la marcha dos diarios distintos de esa provincia.
Tucumán no está lejos de ese tratamiento de la noticia. Por la mañana, los dos canales de aire abren su programación con dos programas periodísticos. Periodísticos es una manera de decir.
La publicidad oficial abunda en ambos y uno es conducido por el cuñado del gobernador. Imaginen el tratamiento de la noticia.
En ambos la exaltación del pavimento es un hábito.
En ambos la desnutrición se acabó.
En ambos los aprietes a los empleados estatales por culpa de las internas no existen.
En ambos las cloacas de Villa Alem no están colapsadas.
En ambos los controles de medio ambiente funcionan a la perfección.
En ambos la inseguridad terminó a partir del tope horario.
En ambos Alperovich es Superman.
Lo que cuentan Rojkés, Amaya, Nóblega, o Luciani es la mitad de la verdad o la que les conviene que, en todo caso, es casi como mentir.
Tampoco La Gaceta parece entender eso de hacer periodismo, ni del poder con el que cuenta. Hoy por hoy, lo único que le interesa al gran diario tucumano es facturar. Sumar dinero para las patricias familias que componen la sociedad anónima. Ahora que tiene espalda para aguantar y hacer periodismo, escapa. Algo de Aurane, algo de Van Mameren de vez en cuando no alcanza.
El periódico parece periodismo, pero es la consecuencia de la enemistad de su dueño, el inefable (por calificarlo cariñosamente) Alberto Llarllora y José Jorge. Algún negocio no cerró antes de la llegada al poder del radical-peronista gobernador. Eso sí, algunos de los que trabajan en su redacción hacen periodismo, mientras que otros tienen un kiosco.
Para El Tribuno, Alperovich y su mujer también son Gardel, Lepera y los guitarristas y todos sabemos que no llegan a ser Los Palmeras.
De las radios ni hablemos. Los movileros de cada una de ellas le ponen el micrófono al funcionario de turno y la repregunta es una utopía. Como diciendo “dibuje funcionario, dibuje”. Desde el estudio el conductor sólo se preocupa porque la pauta oficial se pase religiosamente.
Estamos a merced de estos gobernantes y de estos periodistas a quiénes, gracias a Dios y a la pauta oficial, no les cortan el cable a fin de mes.

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