6 de febrero de 2007

El resultado, el juego y la memoria


Atlético Tucumán hace años que anda a los tumbos en los resultados y no consigue salir campeón ni en el torneo de los barrios. Pero lo más grave es que se olvidó de jugar como su historia lo indica.

Que un equipo no salga campeón no es nada grave. Al menos no debería serlo. Sino los campos de juego estarían abarrotados de cadáveres de hinchas que se inmolaron porque su querido club no ganó un título. Y eso que hay un solo campeón por torneo.
La cosa no funciona así, por más que el discurso triunfalista diga que lo único que sirve es ganar. Lo que pasa es que los que sostienen ese discurso, por lo general, tienen algún interés. Léase periodistas, porque venden más publicidad; léase dirigentes, porque da chapa o porque les permite recuperar una parte del dinero que salió de sus bolsillos; léase directores técnicos, porque conservan sus cargos si los triunfos llegan.
Atlético Tucumán se ha hecho ecos de este discurso. Pero vaya paradoja, pierde.
La institución de Barrio Norte sostiene como método de trabajo la contratación de jugadores. De diez a quince por temporada y también técnico nuevo... o más o menos.
Jugadores que, en su gran mayoría son recomendados por el conductor táctico de turno y que sirven para sostener el proyecto triunfalista, no importa cómo se juegue. Pero vaya paradoja, igual pierde.
Jamás la elección del técnico y de los jugadores estuvo asentado en un proyecto de juego, pero si en el resultado. Pero vaya paradoja, igual pierde.
Cómo hace un club para sostenerse en el mercado si no vende un jugador desde Dante Pérez y Edgardo Galíndez. Antes de eso, la última venta de relevancia fueron las de Saavedra y Araoz, cuando el equipo todavía militaba en el Nacional B.
En esta temporada saltó de un técnico de la escuela de Newell’s a uno de la escuela de Renato Cesarini, porque necesita ganar. Pero vaya paradoja, igual pierde.
Lo que perdió de vista atlético es su historia. Se olvidó que se gana más partidos jugando bien que jugando como sea porque lo único que importa es el resultado.
Atlético se olvidó de su escuela y no promueve jugadores propios en cuentagotas.
Atlético, también se olvidó de sus antiguos dirigentes, convirtiéndose en un coto de caza de votos de un gobernador que va a hacer lo imposible para que el equipo gane, juegue como juegue. El triunfo del equipo será “su” triunfo y eso repercutirá en las urnas. Cuando era sólo un empresario nunca se procupó por Atlético. Pero el análisis es simple: aquella era su plata, la de hoy no.
Atlético se olvidó que Castro, Espeche y Villa, Dominé Agüero y Ghiso o que Castro, Valoy y Palomba, Gomez, Mecca y Barrientos o, en todo caso que Wolhein, Doroni, Sosa y Walter Jiménez, Zelaya y Campos no ganaron ningún título, pero perduran en la memoria.
Por algo debe ser.

1 comentario:

Sejo dijo...

y Luis Reartez, el mayor goleador de los clásicos.
sejo