14 de diciembre de 2012

Tradiciones... y traiciones

El cierre de la mítica Chacho, disparó la polémica entre los pragmáticos y los melancólicos. Yo miro bajo el agua... y trato de explicarlo.

No fui muchas veces. En realidad, siempre me quedó lejos. Mucho viaje para atragantarse con una completa sin ají. El cierre de Chacho, como el de otros locales gastrónomicos con historia, me hace ruido y me parece una palada de tierra en nuestras costumbres.

Será pretenciosa mi visión?... no lo creo. La pérdida de la tradición es una pérdida de la identidad, de la cultura popular. Y el cierre de distintos lugares a raiz de la modernización o como el de Chacho, por decisión, ha provocado que lugares comunes a muchos pasen al olvido llevándose puestos a sus parroquianos.

Soy un fundamentalista del hamas si me hablan de tradición y cultura popular. Jamás entraré a Il Postino de Junín y San Martín, por ejemplo. Esa esquina fue y será siempre la esquina de La Cosechera. Jamás iré a comer al restaurant que se erige donde reinó El Molino, bar, billares y salón de té.

Tampoco nunca me sentaré en Il Postino de Córdoba y 25 de Mayo. El Bar Central será irremplazable en mi memoria y esa seguirá siendo "su" esquina. Nada reemplazará a la pizza de Legui en uno de los pasillos del Mercado del Norte, a media mañana, de dorapa y con una Mirinda Manzana.

Hoy hacen pizza con ¿rúcula? Mi Dios... Quien carajo inventó eso? Que una mujer pida una cosa así se entiende. Que un varón se "peche" una porción con rúcula, tiene la transferencia al equipo de Ricardo Fort en el bolsillo. No me jodan. Comer eso no es de varoncito y mucho menos de tucumano...

Me causa mucho pesar que el wook de pollo y vegetales gane espacio. Me molesta que la tarta de pollo y puerros se convierta en un plato habitual. Me enerva los lugares donde se fabrican "emparedados" con salami y pepinillos rodeados de un extraño pan con semillas de ... ¿sesamo?

Que carajo es esto? Cómo alguien que se crió con la cultura de Los Eléctricos, Brizuela o Cuni, claudique hoy empujándose una hamburguesa con apellido extranjero. ¿Que tiene que ver eso con el tucumano básico?

Nosotros, los más grandes, tenemos mucho de culpa. No transmitimos la tradición por la frecuencia apropiada. No le comimos la cabeza a los que venían con los argumentos correctos. Dejamos que nos invadan. No reaccionamos.

Pero, todavía, estamos a tiempo. Es cuestión de intentar que lo que nos identificaba no desaparezaca junto con nuestra humanidad. Alguien debe tomar la posta y reflotar las cosas que nos hicieron felices.

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