Foto Diario La Gaceta
Atlético puso al mango el Monumental, pero el equipo casi que no asistió a la fiesta. Cipolletti se la hizo difícil y Sarría lo salvó con un penal.
No es que me haya tomado un tiempo para analizar el juego del domingo por la noche. Lo que pasa es que no tengo mucho y escribo esto a las apuradas en la noche del lunes.
El primer compromiso de Atlético en la postemporada fue sufrimiento puro. Desde hace mucho tiempo que la cátedra afirma, asegura, enfatiza el ascenso de Atlético antes de jugar los últimos seis u ocho partidos, en el mejor de los casos. Esa prédica fue contraproducente para jugadores e hinchas que volvieron sin uñas a sus casas.
Cipolletti armó dos líneas de cuatro y dos puntas que ayudaron a estorbar la salida lo que provocó que Atlético se cansara de dar pases intrascendentes para los costados y de tirar innumerables cantidad de centros para que no cabecee nadie. El esquema conocido del local 3-4-2-1, no encontró un camino despejado hacia el arco rionegrino y se murió en la maraña de piernas.
Carrileros ausentes aunque con camiseta titular y repetitivo tiradores de centros que no fueron nunca solución. Sarría perdido entre la maraña, Erroz asumiendo el control y Pablo Hernández (el mejor del local) dando una mano armando, quitando y jugando. Un delantero petiso que juega de afuera y que no cabecea era el destinatario de los centros de Montiglio y Longo. La inexplicable titularidad de Verón me lleva a pensar que hay algo personal con el "Arenero" López.
Los del sur, que no se apartaron nunca del libreto, casi se llevan el punto sino fuera por el estúpido penal que cometió su lateral derecho Muñoz y que no tiene discusión.
Desde los doce metros Atlético encontró la solución a un juego en el que no tuvo claridad por carencias propias y virtudes ajenas.
Cipolleti terminó el partido pareciendo el local y metiendo al "decano" en su área que se aferró con uñas y dientes al sufrido triunfo.
Lo peor que le puede pasar a un buen equipo es creerse de tal. Atlético debe abstraerse de los comunicadores que, con el diario del lunes, cambiaron el discurso con cara de sabiondos diciendo que la cosa va a ser dura y que en las finales todo se empareja, cuando antes le faltaban adjetivos para hablar del gran candidato.
Muchachos... tapones en las orejas y a jugar y meter, porque nadie se corona con la estadística bajo el brazo. Esos números demuestran que fue el mejor de la zona y el segundo de toda la primera fase.
Ahora la cosa cambió
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