3 de septiembre de 2007

Me aburrí


Sin objeciones Atlético mereció ganar cada partido que jugó, pero contra La Florida hizo dormir, mientras su adversario no mostró nada.

Para qué fui. Hace bastante tiempo que los domingos o viernes a la noche o los sábados a la tarde no me pica el bichito de la concurrencia. Ni San Martín, ni Atlético, ni La Florida me despiertan demasiado entusiasmo. Pero ayer fui y hasta cierto punto me arrepiento.
Es que los años me han puesto exigente. Quiero ir a la cancha y que alguien me sorprenda desde el juego, porque los resultados van y vienen, como la guita.
Y ayer nadie me sorprendió, salvo Martín Graneros, no desde el talento o la belleza de su juego sino desde el despliegue, la solidaridad, desde la ubicación y del tremendo corazón que tuvo para regar la cancha con el sudor recuperando a lo loco.
Un escalón más abajo el “Capé” Sarría y su enorme convicción para jugar a la pelota. Con picardía y seriedad a la vez. Picardía para jugar como se juega en el barrio y seriedad en su papel de conductor de un equipo que gira a su alrededor.
No entiendo demasiado como este muchacho juega en el Argentino A. Un amigo cercano a Atlético me confirmó que arregló su vida. Que no es el mismo de antes en su intimidad. Claro, tamaño talento se nota más ahora que en Instituto o San Lorenzo, por nombrar dos de sus anteriores pasos por otros clubes. También me imagino su intimidad pasada, si esto es verdad. En La Gaceta el mismo confirmó que está en el mejor momento de su carrera.
Dos que salvaron la ropa es poco como para impedir el aburrimiento.
Para colmo del otro lado La Florida lo planteó como si jugara contra el Manchester. El “Zurdo” Aredes no quería perder y menos por goleada. Cuatro en el fondo (que lejos que está Gustavo Córdoba de Gustavo Córdoba), cuatro en el medio, un enganche y un punta (gordo, tan gordo como Robles). Planteo que no se movió ni a palos ni siquiera estando 0-1 abajo.
Atlético tuvo paciencia para doblegar a una maraña de piernas que se defendía pero que obviaba atacar o que obviaba tenerla. Mil toques y cero profundidad. Además para qué juegan carrileros que tiran centros para que nadie cabecee, aunque esta teoría se diluye ante la conversión del Pulga Rodríguez II. Uno de cien. El fútbol permite esas cosas.
De la nada misma que La Florida propuso se produjo una que Ischuk se ocupó de abortar al taparle el remate de zurda al “Enorme” Robles. Fue esa y nada más. Pocas veces se ha visto que un 1-0 a favor corra tan poco peligro.
El partido se fue como se tenía que ir y Atlético se quedó con su tercer triunfo en línea.
Nada más y nada menos... pero poco, muy poco.

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