9 de abril de 2007

Fuente Alba


















Este país no cambia más. Cuando protestás poque algo que está mal hasta te podés topar con un energúmeno que no tiene reparos en matar. Carlos Fuente Alba es otro de los buenos que muere.

En el gobierno nacional muchos se llenan la boca con el discurso por los derechos humanos, pero parece que aquellas dos palabras son cada vez más vacías.
En el gobierno nacional todos se llenan la boca hablando de superavit. Pero, si la guita sobra, porque no se arreglan quilombos como los sueldos de los maestros, por ejemplo.
Jorge Sobisch, gobernador de Neuquén es casi un cadaver político y se quiso salvar tirando la pelota afuera y culpando al rati Poblete, autor del disparo que le causó la muerte al maestro. Para colmo, el mandamás neuquino, se hundió sólo asegurando que él mando a reprimir. Rápidamente sus aliados Macri y López Murphi lo dejaron solo
Los maestros del país dieron muestra de unidad y pararon las clases en muestra de repudio al asesinato de un tipo que protestaba por no ganar un salario digno. Más que nunca entonces ¿dónde está el superavit?. Cómo se puede usar esa palabra si la mayoría de los empleados estatales tienen un sueldo básico por debajo de los 300 mangos y todo lo demás que cobran son conceptos en negro.
En Salta, los maestros fueron reprimidos, pero no sólo porque participaron de la jornada de protesta nacional sino porque también se mantienen en la lucha desde que no comenzaron las clases. La provincia gobernada por Romero también los tiene a sus maestros muertos de hambre.
En el diario El Tribuno no sale nada de esto.
De cuál derecho humano habla el presidente y fustiga a la Corte de Casación por los juicios a los represores y no se fija en la dignidad de los trabajadores estatales que hoy cobran más o menos y cuando se jubilen van a cobrar miseria. Carlos Fuente Alba ingresó en la lista de los mártires.
Todos, aunque sea un tanto así, morimos junto a él.

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