Una más, otros menos se han llevado puesto al básquet tucumano. Hoy por hoy el deporte argentino que más logros cosechó en el exterior es la gran verguenza deportiva tucumana.
Hace tres años subí un post titulado "Somos una isla". Nada ha cambiado. Si el básquet local ya era una sombra por ese entonces hoy, decididamente, es una oscura calle de un barrio marginal. Lo único que cambió es que en la actualidad muchos de sus actores intentan sacar los pies del plato en la redes sociales.
Ayudado por un periodismo cómplice que lo único que hace es cobertura de ¿partidos? de una competencia interna lamentable en todas las categorías, el básquet local sigue en estado vegetativo. Ese periodismo cómplice ayuda a que la cosa no cambie ya que no señala errores y se sienta a la mesa de los dirigentes en cada agasajo que estos organizan.
La compentencia en las categorías formativas es lamentable. Desde la primera división hacia abajo, el nivel, queda demostrado en cada torneo a nivel de selecciones en el que se compite. Hace cuantos años que en juveniles no se pelea un título a nivel nacional? Sin embargo cada vez que uno de los integrantes de este circo le arriman un micrófono, al entrevistado no se le cae de la boca la consabida frase "... para que el básquet tucumano siga creciendo" (?)
El báquet tucumano repite errores, porque los actores se repiten. Dirigentes eternos, árbitros eternos y competencia pobre, son los ingredientes de una sopa que ni el Pity Alvarez se le animaría a una cucharada.
Lo más frustrante es que algunos se ofenden cuando la crítica llega. La toman como un ataque al deporte mismo, o sea que se creen que ellos son el deporte.
Hace poco la dirigencia de Independiente se enojó con un periodista que se animó a decir que la entrada que se cobraba por asistir a un partido del Torneo Federal era cara. Gratis, debería ser la entrada para que los partidos se jueguen con algo de público. Y ese público es el mismo que, la competencia que los dirigentes de Independiente y de los demás clubes organizan, alejó de las canchas.
Es tanta la mediocridad, que algunos integrantes de esta pleyade lamentable se han encargado de criticar a Horacio Muratore, el mejor dirigente tucumano de toda la historia y no sé si el más importante a nivel nacional en esta disciplina. "Nunca hizo nada por el basquet tucumano" dicen por estos lados.
Y que querían? Que haga magia? Cómo hacer para ayudar a los mediocres e incapaces?
Una ayuda de semejante dirigente, lo dejaba expuestos. Quien podía ponerse a su altura. Quien puede cuestionar desde Tucumán a alguien tan trascendente. Quiénes de los incapaces que no pudieron armar, en casi 30años de Liga Nacional, un proyecto serio para competir en la misma puede criticar con autoridad.
Esos dirigentes son los mismos que mantienen a los peores árbitros del país en
la competencia local. Y esos árbitros son los peores del país, porque los mandameses se encargaron de corromperlos para ganar el
torneito local y hacer de ellos la lacra de este deporte. Lo más gracioso es que los jugadores reniengan de esos árbitros y muchas veces han llegado a agredirlos a sabiendas que los dirigentes de los clubes que los contratan, son los encargados de corromperlos.
Todos miran para otro lado. Y todos se la dejan servido para que los políticos aterricen en los clubes. Algunas instituciones se han convertido en el coto de políticos y sindicalistas.
Ni esa ven los dirigentes. Total, el trofeo comprado, ya está dentro de la vitrina de la secretaría del club.