28 de julio de 2011

El coto


Eso terminó siendo el fútbol argentino. Después que la dirigencia del palo lo redujo a un sitio casi devastado, la dirigencia política lo invadió para sacarle más jugo.

“River armó este quilombo…” palabras más palabras menos usó el vocero de AFA, Ernesto Cherquis Bialo. “En 32 años ningún político nos obligó a nada…” fueron las de Don Julio. “El jugador se beneficiará…” aseguró Sergio Marchi, capo del gremio de los futbolistas. “Es un premio al trabajo del interior…” dijo el “Mocho” Leito, presidente de Atlético.

Cada uno lleva agua para su molino. Cada uno justifica con su postura exenta de crítica el ascenso en banda de 18 equipos del Nacional B a la Primera División, tal cual lo estipula el ¿anteproyecto? Solo el presidente de All Boys hizo pública su no adhesión.

Federalizar el fútbol es la excusa que se esgrime pero, se soslaya al pasar, la del oprobioso aumento de 600 a 1200/1500 millones el monto por los derechos televisivos que abonará el programa Fútbol Para Todos.

El dinero manda y los rapaces dirigentes aceptan. Y los representantes de jugadores se frotan las manos. Y hasta el que vende los choris hace números. Pero, como siempre, no se habla de cómo se juega. Tampoco del proyecto del fútbol argentino. Mucho menos hacia qué meta apuntamos.

El tsunami de opiniones que generó el nuevo torneo, dejó en un rincón el fracaso deportivo de la Copa América. Envió al arcón de los recuerdos los innumerables yerros desde México ’86 para acá. Se escondió en el estante más alto de la biblioteca el libro del retraso de las divisiones juveniles.

Se oculta premeditadamente la nefasta influencia que, la generación del ’86 con Bilardo a la cabeza, tuvo sobre los resultados deportivos y el juego mismo del equipo nacional. Mucho menos se critica al general de las innumerables derrotas internacionales que se conoce con el nombre de Julio Grondona.

Niembro, por ejemplo, se ocupó de lapidar a Batista post Copa América y no dijo nada del director de selecciones nacionales, Bilardo y menos del capi di tutti capi, Grondona. El negocio antes que la opinión que compromete. Ahora lo entiendo a Maradona, cuando habló de traiciones… Más allá de que el también cometió errores.

Entonces, tras los desmanejos, la política fue por el nuevo y/o viejo bastión: el fútbol y sus clubes. A fin de sumar votos y con dinero fresco se adueñó de todo y usa al deporte para adoctrinar. Al menos, lo hace gratuitamente para las masas. Antes adoctrinaba Clarín, pero a cambio de dinero porque había que pagar para ver.

El interior adhiere al nuevo proyecto desde su eterna intención de pertenecer al lugar donde no pertenece. Sin esfuerzo alguno se codeará con los grandes. Eso si, si el nuevo torneo es un hecho, ya no sufrirá con el promedio, pero seguirá pagando el derecho de piso, tan argentino como cruel.

Y si algo tiene Don Julio es capacidad para leer la cancha. Antes que el peso de los magros resultados caiga sobre su administración y antes que la avanzada del empresario Daniel Vila y sus tropa de clubes olvidados del interior profundo promueva una Sierra Maestra futbolera en su contra, el viejo zorro soltó a los cuatro vientos su proyecto.

Entonces, la opinión que distrae, el debate que no suma y el transcurso del tiempo nos depositarán en un Torneo Federal, donde todos seremos iguales… o masomenos.

Y, como dice Discepolo, desde 1934: “...vivimos revolcaos en un merengue y un mismo lodo, todos manoseaos...”